miércoles, 15 de diciembre de 2010

Islas Medes y el macizo del Montgri

No hizo falta una tercera, la segunda fue la buena. Así este fin de semana, del 11 y 12 de septiembre, pudimos realizar la travesía por este recién creado parque natural, que tuvimos que anular en julio por la Tramuntana.



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El sábado por la mañana nos reuníamos, en la playa de l'Estartit, 16 socios y simpatizantes de la sección de kayak del AEC, para 2 días de navegación por esta impresionante costa de acantilados calizos (¡unas Calanques de bolsillo!) .

Habíamos quedado a las 10:00, ya que las previsiones eran que se notaran los efectos de la "tramuntanada" de los 2 días anteriores, tendiendo a disminuir la mar de fondo a lo largo del día. Al llegar a la playa la mar estaba como un plato, pero no tardaría en agitarse por el continuo trasiego de embarcaciones que salían del puerto. Justamente a la 11:00, cuando cruzábamos la bocana del puerto, debieron dar el pistoletazo de salida, ya que empezaron a salir en tromba innumerables embarcaciones de recreo y de centros de buceo.

Cruzamos agrupados, y sin mas contratiempos, hacia las islas Medes. Allí fuimos recorriendo las distintas islas e islotes, haciendo un itinerario en 8 para no dejarnos ningún tramo de sus costas por visitar.

Abandonamos las islas desde El Medallot, con rumbo al Molinet (primera estribación del Montgri). Una vez alcanzada la costa, protegidos del trasiego continuo de embarcaciones por el Freu de las Medes, emprendimos rumbo al norte recorriendo todos los recodos de esta recortada costa de acantilados (Illots dels Arquets, La Calella, Punta de les Salines, Illa del Dui, ...).

Así llegamos hasta el golf del Falaguer, donde solo un kayak pudo atravesar la Cova del Falaguer, por lo estrecho  de la galería, su bajo techo y el ligero oleaje que complicaba aún mas las cosas. Proseguimos, entrando en la resguardada Cala Pedrosa, invadida ya a esa hora por un gran numero de embarcaciones.

Siguiendo hacia el norte, nos acercamos a uno de los platos fuertes para quien visite por primera vez esta costa: La Foradada; un gran túnel natural de 60 m de largo, navegable por embarcaciones mayores.  Por suerte, el trafico marítimo era escaso, y no tuvimos que esperarnos como otras veces para poder cruzar con seguridad.

Llegamos a la Cala Ferriol justo a la hora de comer. Allí nos visitaría Joan Ramón y su hija, bajándose de su autoconstruido kayak inuit. La mayoría estuvimos un buen rato admirando y comentado este magnifico y esbelto kayak de costillas de madera recubiertas de lona. 

Por la tarde  re-emprendimos nuestra ruta hacia el norte, pero al salir de la protección de los Illots de Cala Ferriol pudimos comprobar que el mar estaba mas agitado. Buen bautismo de mar para algún compañero, que hasta entonces solo había navegado por las aguas tranquilas de los embalses. El ligero mar de fondo de norte y el oleaje de viento de SE, impidieron que pudiéramos disfrutar de todas las cuevas y recovecos de este tramo de costa.  Aún asi pudimos entrar en la Cova del Frare, tras las Punta de les Tres Coves, y la Cova de la Sal, ya en Cala Montgó.

Atravesamos Cala Montgó, sin entrar en ella reservándola para una parada en el chiringuito al volver. Tras la Punta de Trenca Braços, recorrimos la cueva-tunel de Les Cambres.

Al llegar a nuestro destino, la Illa Mateua, tuvimos que hacer una parada no prevista, ya que algún compañero empezaba a notar en su estomago la mar agitada. Así desembarcamos y nos pusimos a calentarnos al poco sol que quedaba contrarrestando la fría brisa. Viendo que la parada prevista en el chriringuito se esfumaba, algunos aprovecharon para acercarse al bar cercano a hacerse un café, superando la empinada ladera de este tramo de la cala.

La vuelta a Cala Ferriol fue aún mas movida que la ida, superando la resistencia de algún estomago; para gran regocijo de la fauna local que prefiere este aporte energético al escuálido señuelo del curry del Ferran.

Cenamos y  charlamos alrededor del  tradicional "cremat"; alborotados por el  "musicasete" de una embarcación que llego tras la puesta de sol,  rompiendo la paz y encanto de la cala. Por suerte la embarcación se fue antes de que no echáramos a dormir. La noche fue complicada para mas de uno, por los bramidos de alguna "bestia" marina y/o el cómodo lecho de cantos rodados como puños. Para compensar los dolores de huesos, Cala Ferriol nos obsequio al alba con una magnifica salida de sol.



Mientras recogíamos nuestros cachivaches y almorzábamos, la cala empezó ha ser invadida por embarcaciones solo tripuladas por hombres. Estos habían aprovechado esta temprana hora matinal para huir, con alevosía y premeditación, de sus lechos conyugales, para reunirse son sus amiguetes de juergas de juventud y rememorarlas al son de la bota de vino que regaba su abundante almuerzo.

Embarcamos  y pusimos rumbo al Sur, deshaciendo el camino de ayer, volviendo a atravesar La Foradada.

Al llegar a l'Estartit decidimos alargar la jornada de navegación con un paseo hasta la Gola del Ter, remontando un poco del rio entre la vegetación semisumergida. El largo tramo de playa se hizo muy aburrido y tedioso con una deriva constante del kayak hacia mar abierto.

De regreso a la playa, recogimos todos los trastos y nos fuimos a reponer fuerzas a un restaurante al final del puerto. Aprovechando para comentar las anécdotas y sensaciones de los casi 40 km de navegación, para justificar lo que estaba engullendo nuestro estomago.   



Evaristo Quiroga

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